Zebulon Simintov vive en una habitación anexa a la única sinagoga que sobrevive de Kabul. Es el último judío, no queda ningún otro en todo Afganistán. El día que muera o decida marcharse se pondrá fin a los veinticinco siglos de presencia judía en dicho país.
La llegada del judaísmo a Afganistán se remonta al Cautiverio en Babilonia. De hecho, existe la creencia que los pastunes, la etnia mayoritaria en Afganistán, son los descendientes de una de las Diez Tribus Perdidas de Israel. De la misma manera, se dice que el nombre de la ciudad de Kabul deriva de Caín y Abel. El del país, por su parte, proviene de Afghana, un personaje legendario, nieto del Rey Saúl y, según la tradición pastún, sería el progenitor de todos los pastunes.
Zebulon nació en 1959 en la ciudad afgana de Herat, donde precisamente fue vecino del que se convertiría en el penúltimo judío del país, Ishaq Levin. Allí la vida era tranquila hasta la llegada de los muyahidines en los ’80, cuando comenzaron los acosos en base a la cantidad dedinero. Debido a esto, Zebulon y su familia vendieron su tienda de alfombras y pieles para mudarse a Kabul.
En 1969, la comunidad redujo abruptamente su número, quedando solamente 300 judíos en todo el país. Este proceso, sin embargo, se agravó en 1996, dado que con la invasión soviética solamente quedaban 10.
Durante esta época, Zebulon pasó unos años en Turkmenistan, pero regresó a Afganistán en 1998, cuando los talibanes controlaban el país. Como su hogar había sido destruido durante la guerra civil, decidió irse a vivir a la habitación que se encontraba al lado de la sinagoga de Kabul, ubicada en un edificio de dos plantas, con habitaciones vacías. Para agravar la situación, los agentes de la aduana le habían confiscado toda su mercancía, valuada en 40 mil dólares.
En un principio, Ishaq Levin, cuidador y rabino de la sinagoga recibió bien a Zebulon. Pero, a los pocos meses, la relación se agrió y dio lugar a las discusiones entre los dos últimos judíos de Afganistán, las cuales no cesaron hasta la muerte de Ishaq en 2005, quien había cumplido los 80 años.
Aparte de la soledad en la que se encontraba, Zebulon también tuvo que enfrentarse a otras dificultades para continuar con el cumplimiento de los preceptos judíos. Uno de los mayores problemas era el de conseguir comida kosher, dado que en Afganistán no existía ningún carnicero que sacrifique animales según las reglas del kashrut. Es por esto que solicitó un permiso especial del rabino de Tashkent en Uzbequistan, el más cercano a Kabul, para poder sacrificarlos él mismo.
Si bien Zebulon es el único judío que queda en Afganistán, se calcula que son más de 10.000 los descendientes de judíos de aquel país. Dentro de la comunidad que habita en Nueva York, existen hombres que poseen conocimientos de dari o pastún, las dos lenguas oficiales de Afganistán, aunque el sentimiento afgano es bastante débil entre la mayoría de ellos.
Antes de cada Pesaj, Zebulon recibe un paquete con 27 kilos de comida kosher de parte de esta población judía. Gracias a esta y a otras ayudas similares que le llegan de otras comunidades judías en el exterior, su judaísmo sobrevive.
Fuente: Blog de AMIA (Asociación Mutual Israelita de Argentina) (no indica su la fuente)
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